
Los errores cometidos en el juego del jueves por la noche en el parque Hermanos Serdán por el novel parador en corto de los Pericos de Puebla, es señal inequívoca qué cuando el beisbol te abandona se vuelve caprichoso.
El manager Héctor Estrada, quien tendrá que rezar a todos los santos e implorar la ayuda desde lo más alto de su hermano “Paquín”, uno de los timoneles más exitosos que tuvo el beisbol mexicano, para sacar adelante la nave poblana cuando el tiempo se agota en esta temporada 2025.
Estrada, apenas con un triunfo en seis juegos, desde que tomó el mando de los Pericos en sustitución de Russell Vázquez tuvo que hacer ajustes para cubrir los terrenos de la tercera base por las lesiones del titular en esos terrenos, Cristhian Adames, y del jardinero derecho Phillip Ervin.
Decidió colocar a Estamy Ureña, que también juega la antesala, en la zona de los jardines, y movió al torpedero venezolano Eduardo Torrealba a cubrir la esquina caliente, mientras en el campo corto colocó a Brayan Quintero, recién llegado en esta campaña a los Pericos, como la mayoría del roster actual.
Quintero trae extraordinarias cartas de presentación, y viene precedido por ser el guante de oro en la pasada temporada de la pelota invernal. Quizá por eso se decidió por él y desechó a Ciro Norzagaray, un pelotero versátil con las funciones de cubrir tanto segunda, tercera como el campo corto.
Colocar a Ciro en la antesala, hubiera evitado mover a Torrealba de su posición natural, y aunque el venezolano se ha equivocado más de una vez, ha demostrado ser un guante confiable en el campo corto.
La pelota persiguió a Brayan Quintero. Esa cuarta entrada fue catastrófica. Después de ese primer error a una rola de bote alto, que atacó de frente, perdió por completo la confianza y la compostura.
A esa Acción le siguieron dos roletazos más, a la izquierda y a la derecha, donde Quintero volvió a colocarse para cometer tres errores en una misma entrada que costaron cinco anotaciones y prácticamente aniquilaron a los Pericos porque, a partir de ahí, ya nadie pudo levantarse y terminaron cayendo por paliza frente a Tabasco.
Son juegos que no deben escaparse en casa en esta recta final, porque pueden terminar pesando.
Quintero empató una marca negativa de tres errores en una misma entrada para un parador en corto que compartían el “Pollo” o “El Pulpo” como quieran llamarle, Alejandro Gómez, y Alan Arredondo, los dos defendiendo los colores de los Olmecas de Tabasco, los rivales de esa noche de los Pericos.
Todavía Quintero se aventó un pecado más en la quinta, que también abrió las puertas para otro racimo de cinco carreras.
El chamaco que tiene que sacar la casta y aprender de sus pecados, se quedó a un solo pecado de la marca de más errores en un juego de nueve entradas para un torpedero en poder de tres jugadores. Dos de ellos los cometieron en 1961 (Gonzalo González, Tigres) y 1962 (David García, Poza Rica), y el último Alexis Infante, de los mismos Olmecas en 1986.
Ya no quiero imaginar lo que podría hacer sucedido si Héctor Estrada no lo remueve del juego en la sexta entrada, ya que para esos momentos Quintero estaba totalmente perdido en el espacio.
Pero ni hablar, son los imponderables del juego, y sólo no se equivoca el que no juega y lo intenta.
Ahora, Brayan debe levantarse, crecerse al rejón como los toros de lidia, y tratar de ayudar a los Pericos a salir del bache y arremeter con todo en la recta final para defender ese sexto lugar t avanzar a la postemporada.
Ahora estarán en León, y después vendrán seis juegos consecutivos contra el Águila, donde prácticamente estará en juego parte del soñado boleto.